¿A quién no le ha pasado alguna vez que la música se convierte en nuestro mejor refugio? Así empezó Vítor Tarín en ella. Con tan solo 9 años, nació un 5 de mayo de 1975 en Madrid, sufrió una gran pérdida. “Fallecía mi madre de forma repentina y me refugié en la música. Fue algo muy traumático. De ese hecho fatídico siempre comento que la música me salvó la vida ya que desgraciadamente viví momentos muy duros en una temprana edad”. Pero también reconoce que “me ayudó a formarme como persona ya que todos los momentos de estudio, compartir con compañeros y maestros en los primeros festivales y conciertos me evadían para pasar ese trance”.

El tiempo iba pasando y Víctor se daba cuenta cada día que la música, igual que entró en su vida de manera fortuita, también se quedaría, así que después de “unos años de estudio y un poco formado hay un punto de inflexión justamente cuando ingreso en el conocido Taller de Músicos de Madrid a estudiar armonía, improvisación, etc. Es ahí cuando empiezo a tocar con bandas de todo tipo, unas más acertadas que otras, grupos de blues, bandas para tocar standard de Jazz. También comienzo a coquetear con los primeros sintes y hago la labor de teclista en todo tipo de grupos, que hoy, por cierto, me sacarían los colores algunos de esos grupos, lugares y situaciones”.

Es a partir de ahí cuando “comienzan a llegar los primeros trabajos profesionales remunerados y te vas rodeando de maestros de los cuales uno aprende muchas cosas”. Además, “de unos trabajos se consiguen otros, se empieza a conocer a otra gente y músicos que te llevan a otras vías para seguir mostrándote como artista y músico, te conocen más, tu manera de tocar, qué personalidad tienes como persona, etc.”.

Grupos de jazz, de blues, en orquestas, la música en prácticamente todos sus estilos forma parte de su vida, pero sus “niñas bonitas” como las llama, son “el Jazz, Clásica, Flamenco, Funk. Puedo escuchar desde Chick Corea, Óscar Peterson, Avishai Cohen, Brad Mehldau, Jacob Collier y Dirty Loops, pasando por Rachmaninov, Chopin, Albeniz y Bach, haciendo una parada con los Rage Against the machine o terminando en Camarón de la Isla y soltándome la melena con Tote Kingla. La verdad es que tengo una mentalidad muy abierta, pero soy de la antigua escuela y para mí la música es armonía, melodía y ritmo sin dejar de contar con las líneas vocales, < coros, letras y un largo etc. que podemos añadir. En definitiva, me gusta la música elaborada a fuego lento, artesanía, ¡qué palabra tan bonita!”. Buena prueba de ello es el Cuartero de Jazz Chop Suey Quartet .

A la hora de componer, Víctor asegura que “me dejo llevar por la brutalidad de sensaciones que en mi caso me da la música. Aparte aplicas todo lo que has ido aprendiendo técnicamente durante toda la vida, pero la música es eso, sensaciones de todo tipo a cascoporro y un muy buen ejemplo de esa frescura es Jacob Collier”. De hecho, ha tocado tantos palos que trabaja mano a mano con Rondo y seguro que habéis escuchado algo de él como Dictadura de la felicidad o Termópilas .

Que la música se convierta en la forma de vida de un músico es complicado y Víctor Tarín afirma que “la industria ha cambiado totalmente. Todos queremos lo mismo, que se nos escuche, ser visibles, que nos den oportunidades, pero hay mucho de todo y somos mucha gente creando en todos los géneros y estilos. Además, podríamos entrar a debatir horas y horas el porqué de unos si y otros no y lo circunstancial que puede llegar a ser este mundillo”. Otra de las grandes problemáticas, remarca “es que se mezcla totalmente lo amateur con lo profesional y eso complejiza mucho más la situación. Si un artista/músico emergente que se deja la pasta en todo el proceso creativo y de formación, apuesta de una forma profesional, tanto con su tiempo de aprendizaje como con su dinero y equipo (eso no exime que ese artista sea mediocre o merezca la pena) y no está en sintonía con una persona que lo único que quiere es pasar un buen rato con un grupo de amigos a los que les mola tocar y no dedican mucho tiempo y dedicación, están en las antípodas el uno del otro, pero muchas veces tendrán que compartir escenario. Ambos tienen derecho, pero los programadores y buscadores de nuevos talentos (si quedan y los hay) se lo tendrían que hacer ver”.

Para mejorar esa situación Víctor propone crear un “sindicato artístico que regule tanto eventos pequeños como medios y grandes y que regule todo lo que pasa. Lo que tiene que cobrar cada artista y cómo lo tiene que cobrar, altas en Seguridad Social, desplazamientos, hospedaje, etc. ¿Y qué es lo que pasa? Por desgracia en muchos lugares todo es un limbo de negligencias. Amamos mucho nuestra profesión, pero nos respetamos muy poco en todo lo que concierne a nuestros derechos legales”.

Víctor Tarín descubrió SEDA “por una compañera y amiga cantante que conoce a algunos de los fundadores y me habló de los profesionales y majos que sois y no me engañó. Gracias por estar ahí velando por todos nosotros. Me aporta atención y control sobre mi repertorio como nunca había visto, siempre hay una persona para atender de una forma personalizada, lo mejor que he hecho con mis autorías la verdad. Cercanos, profesionales y atentos”.

Actualmente tiene bastantes proyectos, está realizando “la música para un videojuego. Puede ser algo maravilloso o se puede quedar en nada como pasa muchas veces con la música para cine. Pinta todo muy bien hasta que un día te llaman y te dicen que se fue todo al garete y no se continúa. Estoy produciendo al artista Rondo, rapero, poeta y chelista. También estoy con una banda de versiones llamada Synergia, es el vivo ejemplo de tocar lo que no te hace mucha gracia, pero monetizas. No siempre hay artistas conocidos con buenas condiciones para girar, somos muchos más músicos. Harían falta muchos más artistas y muchos más conciertos donde tocar, de ahí la famosa pregunta ¿se puede comer de la música? Si, si estás dispuesto a ser un todo terreno y tocar sin ser muy rebuscado a la hora de qué, cuándo y con quién. También imparto clases y al mismo tiempo, cuando terminas un concierto, pones unas cuantas copas a la gente en la barra, contando que, si eres emergente, tú te tienes que hacer absolutamente todo. Eres estudio de grabación, llevas las redes sociales, haces el cartel del concierto, te produces los clips, no siempre son las mismas condiciones en los diferentes trabajos, pero esto último es muy cierto para el que quiere hacer música propia y sacar su proyecto a flote. ¡Suerte porque la van a necesitar!

Conoce más a Víctor Tarín en su página Web