Fernando Martín
“Los días de tormenta sentado frente al mar, deja que tus problemas se empapen, qué más da”. Así comienza una de las canciones más emblemáticas del rock de nuestro país ¿Se acuerdan de Desperados? Hoy en ‘Conoce a nuestros socios’ charlamos con su vocalista, Fernando Martín, una persona tremendamente cercana y con una voz que todavía tiene mucho que cantar. De hecho, se encuentra inmerso en un nuevo trabajo y aunque no nos ha dicho fecha de lanzamiento, seguro que se convertirá en uno de esos discos imprescindibles y a tener muy en cuenta.

¿Quién le iba a decir a Fernando Martín de niño, que La Tormenta se convertiría en uno de sus grandes éxitos?
Su historia empieza en Madrid en 1959. Recuerda que la música “ha estado presente en mi vida desde que tengo memoria. Mi abuelo era pianista y los domingos íbamos mi hermano Guille y yo a comer a su casa y nos quedábamos embelesados con el viejo piano, de finales del siglo XIX, que ahora vive en mi casa. Mi hermano Guille desde el primer día supo qué hacer con aquella larga fila de teclas blancas y negras y sacaba canciones con 8 o 9 años. Yo no, por lo que, ya desde el principio, supuse que lo mío iba a ser lo de cantar”.
Gracias a su abuelo y a “programas de televisión como Escala en HiFi y más tarde con los musicales de la SER, tanto yo como Guille consideramos desde niños que la música iba a ser siempre algo fundamental en nuestra vida”.
Con el ritmo como parte de su ADN, su primera aventura musical “fue un dúo acústico con otro colega. Ambos con guitarras de palo y juegos de voces a lo Simon & Garfunkel o Cat Stevens. Era el principio de los 70. La primera banda fue Los Cables, ya con Guille, que no fue a ninguna parte. En los 80 hicimos una banda de rock siniestro post punk, con la que quedamos los terceros en el Festival Rock Villa de Madrid de 1983, pero la tremenda tragedia de Alcalá 20 cortó nuestra trayectoria en seco: en aquel pavoroso incendio fallecía Nani, nuestro teclista”.

Un gran revés que les dejaría por un tiempo bastante tocados, pero del que supieron y pudieron remontar. Así que junto a su hermano Guille, “decidimos volver a intentarlo con otra banda fugaz, Martin & On The Rocks, antes de integrarnos en Desperados junto a Rafa Hernández, Amando Cifuentes, Juan Luis Vizcaya y Javier Encinas ‘El Moro’. Con ellos fui tremendamente feliz, grabando 5 discos y un recopilatorio en el que figuraban nuestros pequeños grandes éxitos como banda de rock de culto: Molly , La tormenta , Flores Muertas , Tan alto como nos dejen tan fuerte como podamos o Barras y Estrellas ”.
Con claros signos de country, rockabilly, o folk, Desperados se convirtió en una de las mejores bandas de nuestro panorama musical. Fernando remarca que “soy hijo del rock y del rock de los años 70: The Kinks, The Rolling Stones, Faces, Lou Reed, David Bowie, el glam, el punk, el Nuevo Rock Americano de los 80, etc... Todos estos sonidos y el talento de sus compositores, ha marcado mi vida y es lo primero que se me viene a los dedos cuando cojo la guitarra para escribir una canción”.
Pero el fin de Desperados llegaría y a partir de ahí Fernando no quiso que la música desapareciera de su vida, así que “edité dos discos en solitario, Crononauta y El cielo es el límite , este último junto a la banda malagueña The Southern Comfort Band”.
¿Su magia para componer? Lo tiene claro: “La intimidad, la insistencia, el perseguir una idea o un sonido como el que persigue un sueño, el inconformismo y la satisfacción de que, digan lo que digan o le hagan el caso que le hagan, has sido capaz de hacer algo bello que quizá alguien recuerde o interprete en un futuro más o menos lejano. Hay que trascender y no conformarse con ser flor de un día”.
Y esa flor de un día o no, pasa en muchas ocasiones por las dificultades con las que se encuentran los autores. Fernando lleva desde muy joven en el mundo de la industria y la conoce muy bien. “La música ha sufrido una desvalorización alarmante. Es como si la pintura, la escultura o la literatura ya no importasen nada. La industria, siempre es necesaria para su desarrollo según mi punto de vista, se plegó primero al marketing puro y duro y en la actualidad al algoritmo sin alma y el artista ha quedado como o menos importante. Los medios de comunicación han contribuido al ostracismo de este arte tan bello y necesario apostando por lo notorio frente al arte incontestable, siendo que lo más importante para ellos de Amy Winehouse, por poner un ejemplo, eran las borracheras y los escándalos con los que se prodigaba en lugar de reparar en su inmenso talento artístico como cantante y compositora. Y así nos luce el pelo”.
Para Martín “todo pasa por inculcar a músicos, veteranos y también a los más jóvenes, de que la música es importante, es una profesión, debe generar un dinero para hacer que la vida del músico sea digna y obtener la consideración que se merece en esta sociedad exclusiva si no eres famoso: somos músicos, no pintamonas”.
Fernando Martín lleva en SEDA “desde el principio y mucho antes, cuando descubrí que nadie excepto yo y los que tienen un pensamiento parecido al mío podíamos defender de verdad nuestros derechos de autor”.
Afirma que SEDA le aporta “honestidad, transparencia, rebeldía ante la injusticia, esfuerzo y trabajo con el único fin de que las cosas estén bien hechas y gestionadas y la seguridad de que, como el kharma existe, llegaremos tarde o temprano al objetivo de que los derechos de los autores sean tan incontrovertibles como cualquier otro tipo de derecho social adquirido. Se acabó que nos roben en nuestra cara”.
Actualmente Fernando tiene “un disco a medio terminar que, dada mi proverbial obstinación, terminará como se merece”.
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